NOSTALGIA POR LA TINTA Y EL PAPEL
(“Nunca es tarde para pensar que todavía no es tarde”. Ernesto Luis
Rodríguez.)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
LIBROS GUARIQUEÑOS
NUNCA ES TARDE
1
La sexta obra es la
autobiografía de Ernesto Luis Rodríguez: Nunca es tarde (1997). Ernesto Luis
Rodríguez, el autor de Rosalinda, nos habla de su infancia ,de los años
inolvidables de su pobreza feliz, de las coplas y la anécdotas del llano, de
las riñas de gallos, del cine mudo de Chaplin y Dolores del Río en su querida
Zaraza, de sus viajes y vivencias por los diferentes pueblos de Venezuela, de
su incursión en la política, de la Caracas con tranvías, de su encuentro con
Rufino Blanco Bombona y el poeta Ángel Celestino Bello, el de Justo Brito y
Juan Tabares; y de otras cosas interesantes y curiosas. Nos cuenta cómo la
Morocha García, una bella morena que conoció en un baile de joropo, le inspiró
los versos de Rosalinda cuando apenas tenía diecinueve años.
2
El poeta nos lleva a los tiempos cuando se sentaba en los bancos
escolares al lado de sus compañeros de primaria; y nos dice como al abandonar
la escuela, con apenas cuarto grado, empezó a recorrer el mundo y a
desempeñarse en los trabajos más disímiles para hacerse escritor y afirmar como
Gorka que sus universidades fueron las calles, el roce con la gente y la
experiencia mientras buscaba su lugar en la vida.
3
Nunca es tarde empieza con un verso libre (“Nunca es tarde”) y
termina con un soneto (“Clamor para cuando me dejen en la tierra”). Ambos
poemas tienen una belleza lírica extraordinaria y una gran profundidad
filosófica; y esto dilucida al menos para mí, el dilema que implica la
confrontación entre la poesía rimada y la poesía versolibrista: poesía hay una
sola, la que llega al lector para conmover su espíritu.
4
Nunca es tarde es un libro fascinante, donde el autor con la
pulcritud y frescura que caracterizan sus escritos, vuelve a sus andanzas por
los caminos del recuerdo.